martes, diciembre 20, 2005

CARTA AL NIÑO DIOS (La mujer que yo quiero - Serrat)

Querido niño Dios:

Se que te va a parecer extraña y difícil mi petición y que faltan muy pocos días para navidad, pero creo que todos alguna vez en la vida han llegado a pedir un regalo como el mío.

Así que mi regalo de navidad para el próximo año consiste precisamente en esto último. Y lo reduciría a, como dijo Serrat, "la mujer que yo quiero".

La mujer que yo quiero físicamente es delgada-normal, pero no desnutrida ni anoréxica, es decir, tiene un índice de masa corporal adecuado. No importa si es blanca, negra, azul o verde, pelirroja, rubia, pelinegra, mechuda o calva, ojiclara, ojioscura, narizona, desnarigada, alta o bajita. Solo que tenga una cara que me parezca bonita a mí. Realmente no exijo mucho en esa parte. Sin embargo, lo físico tiene algunas cositas anexas, que no tienen que ver con la forma del cuerpo o de su cara sino con la forma cómo lucen. Por ejemplo no me gustan las mujeres que se maquillan mucho, pues me parece que lo importante es la belleza natural de las personas. No hay nada que me parezca mas hermoso que ver a la mujer que uno ama, recién levantada, con ojeras, el pelo enredado y la marca de la sabana sobre su piel desnuda, esa es mi verdadera belleza. De la misma forma me encanta el olor natural de una mujer, me desespera cuando quieren ocultar sus feromonas con cantidades industriales de perfume, que parece salido de una dulcería. Pero eso sí, debe ser aseada, preocupada por su salud, que se sepa alimentar y cuidar.

Igualmente no quiero una mujer que este pendiente de la última moda, de la marca más reconocida o que se demore 3 horas buscando que ponerse porque nada de lo que ella misma ha comprado para su ropero le gusta. Igualmente tampoco quiero una mujer que se preocupe por verse lo mas alternativo posible, que se esmera en encontrar la ropa mas rara con la consigna de ir en contra de la sociedad de consumo y de la moda establecida, o de tener su propia identidad. Pues considero que esa mujer es igual que la que se viste con la última moda y que ambas se preocupan excesivamente por la ropa que se ponen; una para parecer modelo y la otra para parecer marciana...

Bueno niño Dios, creo que hasta allí va lo físico.

Ahora viene lo difícil: su personalidad.

La mujer que yo quiero es amante de la música, si no la practica, por lo menos es una melómana, que le gusta la música (más que un género determinado) y sabe apreciarla de una forma más profunda. La siente en su alma, le hace vibrar, la escucha no solo con sus oídos sino con su corazón. Eso es algo muy importante por que de otra forma no entenderá mi mayor pasión (la música). No comprenderá cuando me encierro un día entero en el estudio de grabación, o cuando voy a ensayar, o cuando en un concierto no puedo ocuparme de ella si voy a tocar. Ni podrá apreciar la música que hago, ni cuando entrego toda mi alma en una canción. Mas aún cuando ella sea la fuente de mi inspiración. No quiero que mi principal pasión, compita con mi pareja, al contrario quiero que se conozcan y que se amen también.

Ah!, en la música me falta algo muy importante: la "Aptitud Musical", es decir, que tenga una mínima capacidad de entenderla, algo de "oido musical" (esa capacidad para no quedarse escuchando sólo la letra de la canción, sino lo que suena por detrás). Y aunque no tenga ningún conocimiento musical, que pueda entender lo que escucha y poder aprender lo que yo le enseñe. (Me gustaría más si canta o toca algún instrumento).

La mujer que yo quiero también aprecia el arte en general, una obra de teatro, una buena película, un concierto de la sinfónica, un buen libro, un espectáculo de danza, una fotografía, una pintura, una escultura, una bonita arquitectura, etc. Son las cosas que podemos compartir juntos, aunque nuestras apreciaciones y gustos sean divergentes.

La mujer que yo quiero ama la naturaleza, es guerrera, se le mide a una caminata larga, una subida a una montaña, a un callo en los pies, a una fogata, a unos espaguetis crudos, a una carpa, a dormir en el piso o en un rincón, se monta en un caballo, se embelesa con un paisaje, con una noche bajo las estrellas, contando mariposas, buscando constelaciones o armando figuras en las nubes contaminadas. Ella se embarra, suda, se quiebra una uña, come cualquier cosa si es necesario, sabe nadar (para que me rescate cuando yo -que no sé nadar- me este ahogando).

A la mujer que yo quiero le encanta viajar, pues con ella pienso recorrer el mundo, conocer culturas, paises. Puede disfrutar fácilmente de un paseo al río Pance o a Río de Janeiro. Está dispuesta a compartir conmigo esos viajes, a planearlos juntos, a realizarlos juntos. Ya sea a pasear, a estudiar o a vivir un tiempo.

La mujer que yo quiero se puede divertir en pleno uso de sus facultades físicas y psíquicas, no necesita del alcohol, el cigarrillo o las drogas para pasarla bien, para disfrutar de una fiesta o de un momento con sus amigos. Es capaz de alegrarse con lo que tiene dentro de sí misma, irradia felicidad, no se la pasa deprimida, queriendo suicidarse 1 vez al mes, ni quiere la compasión de todo mundo. Es capaz de resolver sus propios problemas, de levantarse de sus caídas, de verle el lado claro a la más oscura penumbra.

La mujer que yo quiero es sincera, es capaz de decir las verdades más dolorosas, o las más truculentas. Cree en la honestidad y evita la mentira. Deja las cosas claras desde el principio y no se sale por la tangente con disculpas extrañas. No evade sus respuestas con un "no sé" , un "nada" o un "porque si/no", tiene razones para sus decisiones y puede sustentarlas. Cree que cuando hay confianza absoluta en la pareja los problemas se pueden solucionar, porque sabe que es natural en la vida que todas las parejas tienen problemas.

La mujer que yo quiero puede hablar de cualquier cosa, reírse con pendejadas, conversa de lo mundano y de lo profundo. Pero también le gusta compartir el silencio, las miradas, los abrazos, el rumor de las hojas con el viento, el sonido del sol calentando los mares, el secreto de una sonrisa.

La mujer que yo quiero no es fanática religiosa. Puede creer en lo que le de la gana, o no creer en nada, pero no trata de evangelizarme ni de convencerme de su dogma y me deja tranquilo creyendo en que tú, Niño Dios, me puedes traer algo en esta navidad. Sin embargo, tiene sentido de la justicia, ética y bien común. Tiene alguna convicción política y la sabe defender, así sea totalmente opuesta a la mía.

La mujer que yo quiero es apasionada, se entrega cada vez como si fuera la última. Disfruta de su sexualidad libremente, la deja fluir y está dispuesta a superar sus propios tabúes. No le da vergüenza de su cuerpo, puede hacer el amor con la luz encendida, en un carro, en un parque, en un río, en un sitio desierto o en la multitud. Está consciente que el deseo no es exclusivo, que es posible desear a alguien más. Sin embargo a quien más desea es a mí y yo a ella. Mas que conocerse el Kamasutra al derecho y al revés, lo que más me importa es su actitud frente al sexo, que sea abierta, que le guste experimentar, que pueda hablar libremente de lo que siente, de lo que le gusta y lo que no le gusta.

La mujer que yo quiero no es celosa, posesiva o insegura. Comprende que la forma más segura de tener a alguien a su lado es dándole libertad. Además ella puede vivir sola sin morirse de hambre, puede tomar sus propias decisiones, tiene sus propios espacios y los conserva, no necesita depender de un hombre económica o emocionalmente. Mantiene su propia vida, no quiere vivir la vida "del otro" sino "con el otro". Porque no pretendo cambiar su forma de ser, no quiero que sea así como te la estoy describiendo si no es por su propia voluntad. Porque ha construido su vida de esa manera y la quiere vivir así. Porque no quiero que se someta a lo que yo quiera que ella sea, ni que se sienta oprimida porque no pueda hacer lo que le gusta. Y por lo mismo tampoco intentará cambiarme o imponerme sus gustos.

La mujer que yo quiero es tolerante, deja que la gente viva su propia vida y no se amarga por lo que los demás hacen o dicen. No se asoma a la ventana a chismosear al vecino, ni está pendiente de quién la observa y que dicen de ella, de su familia o de su pareja. Además es pacifica, no resuelve las diferencias a los golpes, gritando, tirando la vajilla o planeando un complot vengativo. Es capaz de sentarse a discutir razonablemente, de llegar a acuerdos, de dar argumentos y de escuchar los de los demás. De reconocer cuándo se ha equivocado y cuándo tiene la razón.

La mujer que yo quiero es profesional o estudia una carrera universitaria, no pido que sea brillante o la de mayor promedio en el salón, pero que sí pueda aprobar las materias. Que sea educada, que sepa hablar, expresarse correctamente (una buena ortografía siempre me conquistará) y demostrar algo, aunque sea un poquito, de cultura general para que en nuestras conversaciones me pueda enseñar algo que yo no sepa. 

Niño Dios, yo sé que este año me has enviado varias mujeres. Aunque yo preferiría que me envíes una sola que sea como la quiero y no muchas tan alejadas de eso, de todos modos te lo agradezco porque de todas ellas he aprendido algo. Yo no quiero cambiar a nadie y no estoy dispuesto a cambiar mucho, aunque sé que el ser humano está en constante evolución. Pero mi esencia permanece intacta. A pesar de que soy una persona tolerante y dejo que la gente haga lo que le dé la gana y sea como le dé la gana, quiero encontrar una mujer que le dé la gana ser como a mí me gusta por su propia iniciativa, no por la mía.

Y por último niño Dios, la mujer que yo quiero no quiere tener hijos. Porque comprende que hay niños en el mundo que mueren de hambre, que no tienen educación ni oportunidades. Que el sida y el cáncer aún no tienen cura segura y van a aparecer nuevas enfermedades extrañas. Que por mejor ejemplo y educación que haya en un hogar, a veces es difícil evitar que los hijos caigan en el alcohol, el cigarrillo o las drogas. Que los recursos naturales son cada vez mas escasos, que la pobreza, la sobrepoblación y el calentamiento global aumenta día a día y que no existe un modelo económico perfecto que reverse esa tendencia. Pero que si alguna vez su instinto maternal supera cualquier racionalidad, entonces prefiera darle techo y una vida mejor a un niño sin hogar. Que tolere mi angustia cuando un bebé llora y yo no sé qué es lo que quiere porque aún no sabe hablar y que tolere mi falta de vocación paternal.

Estoy seguro de que esta mujer que te pido no existe en este planeta, que no es posible que lo tenga todo. Sé que la mujer perfecta no existe, que todo el mundo tiene defectos y que es posible llegar a acuerdos y cambios sobre ciertos aspectos. Sin embargo todos tenemos derecho a soñar y ojalá la que me envíes no se aleje mucho. En tiempos pasados tú me dejaste conocer unas mujeres cercanas a esta descripción, que cumplían con aquellas cosas que no son negociables para mí. Y, a pesar de que ellas ya no me aman, (porque para mí el amor nunca muere si las personas conservan su esencia), sólo espero que aquella que venga entienda que el amor eterno sí es posible.

Ahora si niño Dios, creo que eso es todo.

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